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Dicen
que la amistad logra cosas que el dinero no puede conseguir.
Antes que De Niro llegara a la Argentina, un periodista
de televisión me dijo textualmente: «-¡Je!...
Los de la productora de la película La Misión
no consiguieron que De Niro viniera para el estreno y
vos decís que él va a venir para el tuyo?...
¡Daaaaale!».
Pero De Niro vino. ¿Por qué?... Ni yo mismo
estoy seguro.
Nos conocimos cuando él vino a la Argentina para
hacer la promoción de El Toro Salvaje.
Yo ya había visto a De Niro en varias películas.
Era uno de los actores que más respeto me inspiraba.
Pero con su personaje de Jake La Motta me conmocionó.
Yo jamás había visto a un tipo que fuera
capaz de hacer tantos papeles tan distintos entre sí.
Y todos bien.
Fui a verlo al hotel donde estaba alojado y me presenté.
Le dije que yo era un actor argentino y que su manera
de trabajar me parecía fuera de serie. Que quería
saber cómo hacía, cuál era su método.
Así empezó nuestra amistad. Yo no hablo
un inglés muy fluído que digamos, pero él
sabe algo de italiano y más o menos logramos entendernos
bastante bien.
Fuimos a almorzar y después lo invité a
mi estudio de teatro para que presenciara una clase. Vino
junto a Barry Primus —otro gran actor—, que
después dio un curso de quince días en mi
escuela, aceptando una invitación que yo le había
hecho.
Con De Niro, desde ese momento, hubo muy buena onda, una
comunicación bastante especial. Después,
cuando él regresó a los Estados Unidos,
no volvimos a vernos, pero de vez en cuando nos llamábamos
por teléfono o nos enviábamos una carta.
Cuando él vino a la Argentina para filmar en Cataratas
La Misión, aproveché para llamarlo
por teléfono e invitarlo a pasar unos días
en Buenos Aires. Aceptó encantado y hasta dio una
charla para los alumnos de mi escuela, que les sirvió
muchísimo, porque habló de cómo se
trabajaba en Estados Unidos y de cuál era su experiencia
personal en el Actor’s Studio.
Por entonces me comentó que estaba pensando en
hacer teatro y me invitó a ver su obra cuando la
estrenara. La obra era Cuba y su pequeño Teddy,
de Reynaldo Povod, la misma que yo representé luego
en el Teatro Olimpia.
Apenas levantó el telón en los Estados Unidos,
me tomé el primer avión. De Niro me recibió
como jamás lo hubiera imaginado.
El vive en un departamento muy amplio en un décimo
piso y acondicionó otro, un piso más abajo,
para que yo me alojara. Allí estuve viviendo cerca
de un mes. Vi su obra un par de veces, tuvimos infinidad
de charlas sobre teatro y hasta hicimos un par de viajecitos
en los que conocí a su padre y a su hijo, Rafael.
En varias oportunidades surgió el tema de traer
la obra y representarla en Buenos Aires, pero a mí
me parecía algo sumamente utópico. Sin embargo,
a él le pareció una posibilidad más
que lógica.
Finalmente, cuando me decidí a representarla acá,
se lo dije y se puso muy contento. Inclusive me prometió
que si sus compromisos cinematográficos se lo permitían,
iba a estar en la Argentina para el estreno. La verdad,
lo vi como algo muy difícil. Todos sabemos lo complicado
que es para las grandes estrellas del cine norteamericano
liberarse de sus compromisos. Sin embargo, para sorpresa
de todos —la mía también— el
martes 24 de marzo estuvo en Buenos Aires para el estreno
del día siguiente. Y no vino solo. Encima se trajo
a otro monstruo como Christopher Walken, aquel que actuó
con él en El Francotirador.
Después del estreno estuvimos en casa, con toda
la familia y algunos amigos. Hicimos un asadito —le
encanta la carne argentina— y charlamos de la obra.
El proyecto le gustó, aunque el final que él
hacía allá es distinto al mío.
Estuvo apenas un día y se fue. Mi mayor satisfacción
es que haya venido pura y exclusivamente a ver la obra.
Eso es algo que solamente hacen los amigos.
¿Cómo es Robert De Niro?... Fundamentalmente,
un tipo sencillo. Un tipo de barrio. Yo creo que no hay
muchas diferencias entre dos tipos, aunque uno haya nacido
en el Bronx y el otro en Flores. Los dos tienen algo que
los identifica: la calle, las vivencias. Tal vez sea por
eso que De Niro y yo tenemos tan buena comunicación.
O tal vez sea que los dos somos actores, nada más,
aunque él tenga un talento que yo no creo tener.
Con distintos medios, lo concreto es que tenemos la misma
profesión.
LITO CRUZ
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